Hernán Narbona Véliz, Poeta y Escritor chileno. Administrador Público, Licenciado en Relaciones Internacionales, Columnista de diversos medios, miembro de Periodistas Frente a la Corrupción. Miembro del Capítulo Chileno del Defensor del Pueblo que impulsa el Ombudsman en Chile. Dio sus primeros pasos en el periodismo en 1970, año en que ingresa a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en Valparaíso, integrando el Comando de Prensa de la Unidad Popular. Durante 20 años de vida académica y como profesional independiente, recorrió toda la región americana y desde el 2002 se ha reincorporado al Servicio Público, actualmente como directivo en las Aduanas de Atacama.
   
  POETA HERNÁN NARBONA VELIZ
  Poemática de Libertad
 
LA CODICIA

Fue el pecado original que fracturó el alma de la tierra.

Arrastra grilletes y harapos. Escapó del infierno y se enquistó entre los hombres para dividirlos Los ha repartido por difusas soledades que se fagocitan, trastorna las almas en locura de egoísmo. Es la codicia.

Miente, miente que algo queda. Arrastra alforjas de oro, financia guerras, captura territorios, masacra y gira de cuentas cifradas. Expropia a los comuneros, quema el bosque nativo, se inventa subsidios, extiende plantaciones de ácidos pinos que asesinan coleópteros obreros. Compra trenes de segunda mano. Engaña. Desmaleza asfaltos. Escritura mentiras, come en la mano de los poderosos, traiciona proyectos, atesora sin pausa, corrompe, escala hacia el poder, lo maneja, es la codicia.

Hipócrita ayuda, expropiatoria garra, entrenadas vocerías, flautistas y sirenas. Fumarolas en la tierra, napas milenarias violentadas, tentáculos de cianuro genocida, el oro justifica romper los equilibrios. Sicarios custodios, tinterillos finos de la bestia, demuele templos. Es invasiva. El odio fructifica. Reditúa el egoísmo genocida. En la city porteña es princesa la codicia.

Debilita los nobles hierros. Usa corbatas de seda, zapatos relajados. Roba cemento de las obras públicas. Sus fuerzas mercenarias invaden, crean muros y ghettos. Los sicarios que impone venden la vista al mar, expropian los bordes costeros. Confabula, realiza negociaciones incompatibles, trafica influencias. Es la codicia.

Se inclina pragmática ante el poder, se prostituye sonriente, luce mentiras de diamantes, engoladas mentiras, puentes colapsados, tierras usurpadas. Con blanco guante escribe sus propios decretos. Malsana criatura, es la codicia.

Gárgolas de falsía, coimas del rastrero, Impúdico servilismo, conventos convertidos en expendio de comidas, es la codicia.

Es tiempo de frenarla. Que espíritus fraternos procuren reconquistas.

Blindaje de oraciones desmonte sus mentiras

Sembrar con sacrificio un campo necesario.

Vayamos con el viento hermanando un compromiso.

Un nuevo fundamento que rompa la avaricia.


Poemas desde mi barrio, América, 05 de noviembre de 2007


HERMANA

Hermana: presente…

¿Dónde han ido tus ojos, hermana?

¿Quién arrulla a tu hija pequeñita?

¿En qué rincón ha quedado tu plegaria?

¿Supiste del buen viejo, su partida?

Quizás él ya te haya visitado…

Acá todo bien, cuestión gastada

Cada familia asumiendo sus hieles cotidianas

La ausencia alargada va oxidando el alma

Se lleva el exilio…

Se lleva y se calla

Son muchos, hermana,

los que, como tú, no escriben

los que, como tú, se apagan,

Hermana de patios, guitarra, fogatas,

la vieja subsiste a fuerza y a maña

Su llanto te alcanza como estela sabia

La fuerza celeste te busca sin pausa

Inventa una nieta, teje unas palabras

Parte de los nidos, la buena quebrada,

el puerto vacío, tu aula apagada

Llega hasta tus manos, va por donde vayas

Cubre tus temblores si el miedo avasalla

Hermana, eres isla, vida camuflada

En tu territorio de hija lejana

ha ensayado alguien anular el alba

Dios quiera, hermanita,

que en tus desayunos sepas dar las gracias

Que te fortifiquen amistades sanas

Que hasta esa errante cuna llegue la esperanza

Que creas, al menos, que hay quienes te aman

Tu hija copihue, pureza lozana,

te ha de dar la fuerza en cada mañana

Dios quiera, hermanita,

que tus ojos almendra rechacen la espada,

resplandezcan claros como dos manparas

Que un suave teorema consuele distancias

Que un gato amarillo te traiga a la infancia

Te cuento ahora, hermana

Creció el eucaliptus, se secó la parra

La casa está verde, pero sin palabras

En el limonero la flor fue temprana

La guitarra muda palpita tus sambas

Mi hijo pequeño sacó tu mirada

¡Hermana, figúrate!

Esta carta larga…

no sé,
no sé  donde enviarla.

Del Libro Miedo al Miedo, 1983

Apuntes sobre el exilio

 

Durante 16 años el derecho a vivir en el suelo natal estuvo negado para numerosos chilenos, argentinos, uruguayos. La expectativa era volver, se vivía cada día negándose a echar raíces.
De ese tiempo, este poema.
 

EL EXPEDIENTE OLVIDADO

Hice antesala por un siglo…
 
 Traía en mi carpeta concienzuda

la piedra filosofal del desatino

 

Cabían en mi epístola atrevida

la paciencia,

quince códigos,

mi soñar y un compromiso

 

La institución secaba mis nudillos

Sus estampillas me creyeron pergamino

Un burócrata de azul puso diez timbres

-de negras manguillas intuí la muerte-

  Continué entre espectros sigilosos

 aspirando a exhibir mi pedimento,

pero un morado número en la frente

me remitió a la suerte de expediente
 

Me colgaron en plomo subterráneo,

broté en idearios encrespados

Maduré doblado y amarillo,

 mas nadie leyó mis argumentos

Conocí la alacena de las ratas,

tirité mordida mi gran carta

Me encogí reseco como paja

mientras se hacía añicos la esperanza

Hice antesala por un siglo

La ilusión se llenó de telarañas

Cuando quise gritarles mi proyecto

 la voz tenía clausurada

Hice antesala por un siglo

Equivoqué mis pisadas

En vez de sumarme a los miles

 me trasnoché en burocracias
 

Y una oficina de partes

después de esperar un siglo

archivó mi atrevimiento

de reclamar suelo patrio

 

 
 
Libro “Miedo al Miedo”
Copyright Registro 59.251 16.febrero.1984

 
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